Proviene de dos países, pero no se siente en casa en ninguno.
Como muchos otros de su generación, el joven de Mansfield está detenido, esperando su destino, después de que su regreso a México saliera mal.
Después de vivir años en el Norte de Texas, Marco Pacheco salió de Mansfield hace 17 meses rumbo a México decidido a "hacer las cosas según la ley".
Sus padres lo habían traído a Texas ilegalmente cuando tenía 12 años, estudió en Mansfield y en un colegio comunitario de Fort Worth.
Pero al no tener documentos, su futuro se veía gris, así que regresó a México y solicitó una visa de estudiante en la embajada de Estados Unidos.
La visa le fue negada, lo cual lo dejó devastado y desesperado. El joven de 21 años descubrió lo difícil que era volver a casa.
Hace un mes, Pacheco intentó volver a Texas por el puerto terrestre de Laredo junto con otros inmigrantes jóvenes que se habían organizado a través de los medios sociales.
Su acción fue un abierto desafío a la política migratoria de Estados Unidos, que detuvo la deportación de algunos inmigrantes jóvenes el 15 de junio del 2012, pero excluyó a aquellos que se hallaban fuera del país en ese momento.
Algunos están pidiendo un permiso humanitario para volver a Estados Unidos o asilo, un proceso complicado que varía de una persona a otra.
Ahora Pacheco se encuentra en un centro de detención en El Paso, su suerte en manos del gobierno federal. Un juez de inmigración tiene programado auditar su caso el jueves.
"La familia es como un rompecabezas", dice Alma Escobedo, la hermana mayor de Pacheco en Fort Worth.
"Todas las piezas tienen que estar juntas, y Marco es la pieza que nos falta en nuestro rompecabezas. Lo necesitamos de vuelta.... él es del Norte de Texas".
La familia Pacheco es un ejemplo de los retos que enfrentan muchas familias separadas que viven en los dos países.
Las separaciones se han multiplicado porque Estados Unidos ha deportado a número récord de mexicanos, un flujo que no se había visto desde la Gran Depresión.
En los últimos siete años casi 2.6 millones de personas han sido deportadas, la mayoría mexicanos.
En México podría haber hasta 500,000 personas de entre 18 y 35 años que son mexicanos por nacimiento pero crecieron en Estados Unidos, dice Jill Anderson, investigadora del Centro de Estudios Norteamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, nacida en Texas.
En los últimos dos años Anderson ha estado ocupada en un estudio sobre los jóvenes como Marco Pacheco.
Muchos regresaron por su propia voluntad porque no veían futuro pese a su formación educiativa.
Otros regresaron por la amenaza constante de ser deportados.
Anderson es coautora de un libro pronto a ser publicado, Los otros dreamers, en el que habla de "los sueños que siguen vivos después de la deportación y el regreso a un país que apenas conocen".
Muchos vuelven a México y su percepción nostálgica se hace pedazos.
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Joven de Mansfield, parte de los otros dreamers, serÃa deportado
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