Portan uniforme, armas e insignias, han pasado por un riguroso régimen de acondicionamiento físico y de defensa personal.
Y cuando van por alguien es porque traen una orden de arresto firmada por un juez, han presenciado un delito o tienen motivos para pensar que se ha cometido un delito.
Uno pensaría que esto es suficiente para convencer a un sospechoso de entregarse sin resistencia a la policía, pero no siempre es así.
De hecho, el número de agresiones contra agentes de la policía de Dallas aumentó en 2013 en comparación con 2012, después de una tendencia mayormente a la baja en los últimos 10 años.
Un total de 209 oficiales fueron agredidos por sospechosos el año pasado, en contraste con 195 un año antes y 250 en el 2003, indican estadísticas del Departamento de Policía de Dallas. En ese lapso de 10 años, tres agentes -- Mark Nix, Norman Smith y Brian Jackson -- fueron asesinados al tratar de detener a sospechosos.
La pena por agredir a un policía, usualmente un delito mayor de tercer grado, dependiendo de la circunstancia, puede ser de entre 2 y 10 años de prisión y una multa de $10,000.
"Tratamos de hacer que la vida sea mejor, darle tranquilidad a la ciudadanía; pero cada noche nos golpean a alguno de nuestros oficiales", dijo Robert Arredondo, detective de homicidios y presidente de la Asociación de Oficiales de Paz Latinos (LPOA) de Dallas.
Las agresiones suelen ocurrir durante llamados de rutina o al detener un vehículo por faltas de tráfico, usualmente cuando una persona que está siendo interrogada pierde el control de sí misma.
Eso fue lo que pasó el 23 de noviembre en la cuadra 3500 de Bonnie View Road en el sur de Dallas.
Lawanda Kelley, de 35 años, llamó la atención de una patrullera porque estaba parada frente una tienda de autoservicio donde había un letrero que decía "No merodear. No detenerse".
La mujer policía empezó a interrogar a Kelley y buscó su información personal en el sistema de cómputo del DPD. Descubrió que Kelley tenía una orden de arresto por prostitución e intentó arrestarla.
"¡Le aseguro que no hay órdenes contra mí! ¡Yo soy buena persona! Por favor, ¡no me lleve a la cárcel", le dijo Kelley a la mujer policía, según el reporte del caso.
Kelley corrió, la oficial se fue tras ella y le dio alcance, pero Kelley se resistió.
Las dos empezaron a pelear por el arma de la oficial. En un momento del forcejeo, Kelley agarró el cordón del micrófono de la oficial y le apretó el cuello con él.
La oficial le dio un rodillazo a Kelley para evitar ser estrangulada, pero la mujer aún no se daba por vencida.
Las dos cayeron al suelo y la oficial, casi exhausta, logró subirse sobre Kelley y la sujetó hasta que llegaron otros policías para ayudarla.
Kelley está en espera de ser enjuiciada por agresión a un servidor público, intento de apoderarse del arma de un oficial, evasión de arresto y violación de libertad condicional.
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